I. El 17 de diciembre del 2023 habría ingresado discreta y probablemente a escondidas, el ex vicepresidente a la elegante y señorial casona ubicada en la intersección de la 6 de Diciembre y NNUU en Quito, sede de la embajada de México; ingreso dado casi concomitantemente a la disposición de la Fiscalía de dar con su ubicación y detención para fines investigativos por el caso reconstrucción de Manabí. Los argumentos de salvaguarda de Glas habrían sido, el temor por su seguridad y libertad personal; y, enseguida habría pedido asilo político. En marzo de este año, el Tribunal de la Corte de Justicia de Pichincha, por unanimidad, desechó la apelación de Glas respecto a la prelibertad, quedando en firme la sentencia de la jueza de Garantías Penitenciarias de Pichincha, que poco atrás negó el pedido de prelibertad por haber incumplido las medidas cautelares que lo mantuvieron bajo libertad provisional. Glas luego de discutibles intentonas, desde finales de noviembre del 2022 salió libre, en base a una libertad provisional obtenida como parte de una medida cautelar autónoma, otorgada quizás a escondidas de la justicia, por un juez de Santo Domingo de los Tsáchilas a la época, el mismo que al momento, se encontraría detenido al formar parte de los 52 procesados por el caso Metástasis.
II. La cancillería ecuatoriana, habría solicitado a la jefe de la misión diplomática su consentimiento, para el ingreso de la fuerza pública a efectos de detener al ex vicepresidente y de esa manera cumplir las órdenes judiciales; negando la cancillería mexicana el pedido, a escondidas de la razón y escondiéndose en la inmunidad diplomática (cuando no habría en principio vulneración si existe consentimiento; utilizándose al derecho internacional como pretexto, cuando en el fondo son motivos políticos), confirmándose que, más pesaría el compadrazgo revolucionario que el apoyo y respeto a la justicia ecuatoriana.
III. Parecería, por lo menos mientras reste del gobierno de AMLO, que dicha embajada sede de un importante país y querido pueblo hermano, se habría convertido por influencias del socialismo del siglo XXI y de la revolución y no de la razón, en una suerte de guarida en la que se refugiarían a escondidas – valiéndose del “asilo político” – ex funcionarios del correismo reclamados por la justicia. Al momento de escribir esta columna, pese a que la embajada indicaría que Glas sigue ahí, habría rumores no confirmados ni oficiales, que habría escapado, habida cuenta que el gobierno ecuatoriano no otorgaría un salvo conducto en el supuesto probable de obtener el ex vicepresidente el asilo político solicitado; consecuentemente, ante su muy grave situación judicial, la manera de evitar vivir acorralado en dicha embajada, o de evitar su inminente regreso a la cárcel de salir a la calle, sería ir a México o a otro lugar, en la calidad de prófugo como algunos de sus colegas de partido, escapando del país a escondidas…