La conciencia nacional está afectada por la desastrosa situación en que se encuentra envuelto nuestro país, azotado por la inseguridad, el crimen organizado, la invasión de los carteles internacionales y nacionales, desabastecimiento hospitalario, IESS desfinanciado, presencia de un crecido número de delincuentes extranjeros, que ingresaron por la apertura irresponsable e incontrolada de las fronteras; multimillonarias deudas por políticas equivocadas de las que se beneficiaron los nuevos magnates en perjuicio del Estado al que privaron de esos ingresos y le dejaron la durísima carga del pago de ingentes sumas, judicialmente exigidas por poderosas empresas petroleras transnacionales. Mucha gente siente esta tragedia nacional y está dispuesta a luchar pordevolver a nuestra patria la libertad, la seguridad y el buen nombre, ahora cuestionado.
La presencia de un nuevo nuevo presidente generó esperanzas, bajó el riesgo país, que había subido ante la posibilidad de triunfo de la candidata de la revolución ciudadana; pero la ilusión se debilitó al constatar la existencia de un acuerdo entre el gobierno, el partido social cristiano y la revolución ciudadana, con efectos inmediatos como la designación de presidente de la Asamblea a un miembro del socialcristianismo y la repartición de las principales dignidades de las comisiones, entre los representantes de Alianza País; se mantiene el temor generalizado de la existencia de otros temas acordados y no difundidos, cuya ejecución otorgaría la impunidad al expresidente prófugo y a sus compañeros sentenciados por delitos comprobados. El presidente Daniel Noboa y los dirigentes social cristianos han negado esa posibilidad; pero a la bancada “revolucionaria”, empeñada exclusivamente en limpiar el vergonzoso historial de los sancionados, no le conmueve la tragedia nacional y persiste obcecada en los afanes de enjuiciar a esa funcionaria honesta y valiente, la Fiscal General; de nominar contralor y jueces afines a sus malsanos intereses, para volver a crear el ambiente propicio a los libertinajes sin control y sin castigo.
Lamentablemente el pueblo engañado y cándido, que ve obras y no sobreprecios ni coimas, les respalda en un 30%; pero la gente honrada, consciente, que somos más, nunca apoyaremos a los corruptos que han causado tanto daño. Hay excepciones en ese grupo político y ellos pueden cambiar radicalmente la percepción mayoritaria si separan a los odiadores, a los codiciosos e inmorales y respetan a la justicia, rinden culto a la honestidad y trabajan por el país, no por los intereses particulares de los individuos cuestionados ética y legalmente; esa hipotética transformación sería el único camino mediante el cual podrían superar, como políticos renovados, el techo de corrección que la gran mayoría ciudadana fortalece y convierte en infranqueable.