Cartas a Quito / 11 de abril del 2024


El delincuente fue atrapado

Gracias, señor presidente Noboa por salvarnos de la vergüenza que pretendió infringir Glas a la soberanía de nuestro país; gracias por revivir el sentido de pertenencia con nuestra patria. Esta clase de acciones generan credibilidad en el Estado, que no debe considerarse una entelequia, sino un territorio que incluye patrimonio, leyes y gobierno, que es de todos los ecuatorianos, y que, por tanto, debemos cuidarlo y defenderlo.

Fue oportuna e histórica la decisión de “extraer” desde la embajada mexicana a Glas -repudiable y contumaz delincuente- a quien no se le conoce un solo acto rescatable que lo muestre como un ciudadano respetable. Acudió a dicha embajada buscando asilo político, a sabiendas de que no era un perseguido político, sino un condenado por la justicia (por sus fechorías cometidas con los fondos públicos), aduciendo la misma patraña que sus compinches que se le adelantaron y se beneficiaron fraudulentamente de dicho estatus, coincidentemente en el país del presidente AMLO, quien cumple a pie juntillas con las disposiciones del Grupo de Puebla, empeñado en destruir la democracia en la región.

Si los principales problemas de seguridad que sufre Ecuador, provienen de la narcopolítica con operadores especialmente del país azteca, es de esperarse que las leyes que rigen para la migración extranjera en nuestro país, sean revisadas y se agudicen los controles para el ingreso a través de nuestras fronteras.

El loable accionar del presidente Noboa fortalece significativamente la confianza del ciudadano ecuatoriano, que miraría con buenos ojos el rompimiento definitivo de todo pacto con grupos delincuenciales disfrazados de partidos políticos, por ser nocivo para la integridad de la nación y su progreso. Es de vital importante continuar con la depuración de la Función Judicial, echada a menos por la nefasta presencia de fiscales, jueces y abogados que han hecho de la corrupción su forma de vida, perjudicando enormemente la institucionalidad.

Leonardo Cueva Piedra