Cartas a Quito / 18 de octubre de 2024

Necesitamos una canción. Evoco las Palabras de mi Maestro Alfredo Pérez Guerrero 

“El país debe comenzar una nueva era, y para llegar a la Tierra de Promisión, es menester que hagamos un examen de conciencia todos los ecuatorianos y que, arrepentidos de nuestras culpas, de nuestros errores y de nuestros crímenes, unamos las pocas fuerzas que nos quedan en el alma que son únicas que importan para seguir el viaje. Quizás, si en ello nos empeñamos y si en ello ponemos fe, amor y tenacidad, podemos bordear la roca contra la cual parece va a estrellarse definitivamente la vida de nuestro pueblo.” 

“Quizá lo único que hace falta para nuestro viaje es una canción. El que la invente será nuestro abanderado y nuestro guía. No necesitamos aeroplanos supersónicos, ni proyectiles deformes con su carga de átomos despedazados; no nos hacen falta dólares ni las libras esterlinas no los rublos, no nos sirven los antibióticos, ni los elixires prolongadores de la juventud y retardadores de la muerte, no nos importan los discursos académicos, ni el pro ni el contra de los leguleyos, ni la tesis y antítesis de los dialécticos, ni los sermones hipócritas y dulzones que pretenden enredarnos y robarnos nuestra alegría.” 

“Solo necesitamos una canción, una canción simple que sea como una bandada de alondras o como un ramo de rosas o como un astro al amanecer; que brote de los pechos y de los labios cuál surtidor de aguas cristalinas; que nos levante de nuestro desfallecimiento, cierre nuestras heridas sangrantes, descorra los opacos velos que enturbian nuestra mirada, y nos devuelva el latido fuerte de nuestro corazón de hombres.” 

“Cantemos nuestro canto de hombres que tienen fe y virilidad, y que están dispuestos a defender y a salvar “lo único que importa”. Encarguemos a los poetas que tracen las líneas de la estrofa, y dejemos que la música sea cambiante, que tenga del arrullo y del trino y también del rugir de la tormenta.” 

“Luego de tantos años de dolor y fracaso, entreguemos las insignias de nuestro poderío en las manos fuertes, sanas y preparadas en los problemas del país, a la juventud, ya que nosotros, hombres maduros, hemos conducido al país a esta encrucijada. Que sea la juventud que no tiene prejuicios, ni cadenas, ni consignas, las que levanta sobre sus brazos fuertes el Arca Santa que contiene las esencias del ser humano.” 

Jorge Enríquez Páez