Sagacidad vs. ordinariez
Los últimos acontecimientos acaecidos en la política ecuatoriana muestran esta confrontación en su máximo esplendor.
Vivimos, los ecuatorianos, durante mucho tiempo, las manifestaciones de una clara ordinariez en la política, un movimiento que impuso, en su accionar el fanatismo y la revancha personal como una norma de conducta. A pesar de las múltiples críticas, quienes hacen ese movimiento, se mantuvieron en sus posiciones. Casi todas las posiciones manifestadas por ellos, eran una clara evidencia de que quienes lo hacían, y, quienes concebían esas posiciones, tenían una absoluta carencia de razonamiento, de lógica, de apego a la ley, a la que retorcían hasta límites inconcebibles con tal de que sus argumentos se ajusten a las concepciones legales de ellos.
En una visión clara de la convivencia civilizada, eran totalmente inaceptables sus argumentaciones en defensas de posiciones fanáticas e irracionales.
El clímax de esas posiciones, siempre giró alrededor de la Fiscal General del Estado, en un revanchismo encarnizado, propio de las mentes más descalificadas, por la condena de líderes que nunca pudieron demostrar su inocencia, y que, lo único que hicieron fue parapetarse detrás de los conceptos de “lawfare” y de “persecución política”. Como si esos fueran argumentos judiciales válidos.
La conclusión obvia es que quienes fueron juzgados y sus seguidores, no fueron capaces de demostrar inocencia, y por eso se terminó condenándolos como culpables de los delitos que se les acusó.
José M. Jalil Haas