El caso del poder
Resulta contradictorio que quienes en algún momento ostentaron algún poder especial, sea en la política, en la administración pública, en la educación, en las fuerzas armadas y policía, en el sector privado y tuvieron esa enorme satisfacción de mandar gente y tener la autoridad para ejercer el poder, de repente ya pasado a lo mejor ese período, todo cambió en sus vidas, pues ya no van a disponer de esa gloria que les enalteció cuando ostentaban esas altas investiduras. Quizás se sientan sorprendidos de que esa pleitesía que les rendían sus subalternos, sus compañeros, desaparecieron en un santiamén.
Qué ingrata es la vida ante esas contradicciones que se producen entre estar en el poder ejerciendo alguna función de mando y de repente cambiar su situación y volver a su vida apacible y normal hogareña, quedándole sólo esos recuerdos de su paso por aquellas a lo mejor altas funciones que pudo haber cumplido. Es triste ver casos donde antes se vanagloriaban de su inmenso poder y de repente verse sumidos en un total abandono, sin que nadie ya les rinda ninguna pleitesía.
Muy bien lo relataba Gabriel García Márquez, en una de sus extraordinarias obras, la denominada el General en su Laberinto, haciendo referencia a los momentos finales de la vida del gran Libertador de América Simón Bolívar, quien yacía en un lecho abandonado por todos, quienes en su momento de esplendor lo elogiaban y enaltecían como a un ser extraordinario y glorioso y allí en el ocaso de su vida, todas esas enormes multitudes que le aplaudían y vitoreaban habían desaparecido y sus sentimientos más íntimos fueron de desasosiego y desesperanza.
Muy triste ver y observar el deambular de esas personas que en algún momento se destacaron en algún puesto en particular y que al volver a sus actividades a lo mejor sólo ya hogareñas y recorrer ciertos espacios públicos, ya nadie se acerca a saludarlos, peor aún a mostrarles esas mismas demostraciones de aprecio y simpatía como cuando estaban en funciones, quienes quizás se hacen cómo que ya no las conocieran. Qué triste esta realidad de la vida y la naturaleza humana como tiende a comportarse.
Hernán Patricio Orcés Salvador
Temas que preocupan al país
La señora Fiscal Diana Salazar ha dado severos golpes a la delincuencia organizada, parapetada en los poderes más sensibles del Estado: el Legislativo y el Judicial, cuyo cumplimiento de funciones se degrada incontenible. Los delincuentes de cuello blanco quieren “hacerse chiquitos”, y ocultarse de la justicia y del escrutinio público; pero es tarde, “se les durmió el diablo”, los mandamases se sienten descubiertos y acorralados y cargan con las consecuencias de no haber controlado mejor las “diabluras” de su gente.
Cabe recordar que, desde hace dos o tres décadas, asomaron las “bahías”, especialmente en el Puerto principal, donde familias de antiguos migrantes hicieron del contrabando una actividad que perjudica gravemente al erario nacional, en contubernio con los organismos de control que han preferido mirar a otro lado. A partir de este ilícito y millonario negocio, han surgido otros como el tráfico de tierras, el atraco a los fondos públicos, el tráfico de drogas, el blanqueo de capitales, el sicariato y la narcopolítica, como un poder paralelo.
Cabe decir que, por ejemplo, con una parte de los impuestos evadidos y que se deberían recuperar, habría dinero para restructurar el sistema educativo, con criterio tal, que permita a los jóvenes insertarse con solvencia en el mercado laboral nacional y mundial, y así terminar con la frustrante realidad que hoy viven, reprobar masivamente los exámenes de ingreso. ¿A quién le importa el país lo suficiente como para construir nuevos cimientos basados en la educación de calidad?
De ser verdad que la Consulta prevista no se efectuaría por falta de recursos económicos, el presidente Noboa tendría en sus manos la oportunidad de plantear una consulta que contenga temas urgentes que den respuesta a la calamitosa situación del país: convocar una Constituyente para reformar la Constitución; permitir la explotación del Yasuní; racionalizar la Ley del IESS para proteger y recuperar su capital; auditar las inmensas fortunas de dudosa procedencia; auditar los bienes del Estado; revisar y auditar los contratos mineros y petroleros y las concesiones de servicios entre el Estado y empresas extranjeras.
Leonardo Cueva Piedra