Cartas a Quito / 29 de marzo del 2024

El dolor

El sentir dolor físico si es algo terrible y recurrente, que produce mucha desazón y amargura y que aguantarlo significa tener mucha fuerza de carácter, pues se torna muchas veces insoportable. Es cierto que existen medicinas para calmarlo, dependiendo de qué clase de dolor sea, pero puede a veces resultar que ni siquiera las medicinas puedan mitigarlo y ahí sí con mayor razón la necesidad de adoptar una posición de sobreponerse y soportar.

Pero, también existe el dolor espiritual, sufrir por algo o por alguien y quizás resultar más difícil de sobrellevarlo que el mismo dolor físico, pues exige mayor necesidad de disponer de una fuerza todopoderosa para superarlo y recobrar el ánimo y la templanza y sólo será posible si nos hemos acostumbrado a protegernos y acudir a un Dios creador y superior para que en base a la oración y con el conocimiento de su palabra, logremos superar esos momentos de desasosiego.

Se observa en el diario trajinar casos de personas que sufren dolores físicos que no pueden soportarlos fácilmente, se encuentran con la medicación suficiente, pero su dolor no disminuye totalmente y se ven abocados a tener que mantenerlo de día y de noche, con un total altruismo y resignación y por otro lado también, si se tratara de un dolor espiritual también se observa personas que con gran abnegación sufren y tienen su dolor sin inmutarse y resignadas a seguir así hasta el final de sus vidas.

Causa mucho dolor también ver que en el diario trajinar la humanidad sigue descomponiéndose, se deteriora lentamente, los valores morales van decreciendo, el calentamiento global de la tierra sigue subiendo, el deterioro ambiental es constante, las amenazas de los desastres y sus ocurrencias reales se presentan, la peligrosidad latente de un guerra nuclear, el incremento de la pobreza mundial, el deterioro de la economía, todo aquello hace que nuestra vida se sumerja en ese constante pensar de que pasará con la humanidad en un futuro inmediato Las predicciones siguen siendo siempre desastrosas y alarmantes, pero no debemos declinar ni decaer nuestro ánimo y seguir siendo positivos y pensando que así como se presentan hechos y circunstancias negativas, pueden también aparecer situaciones positivas y halagüeñas.

Hernán Patricio Orcés Salvador