Digresiones sobre la Paz

Nunca será tarde para insistir en lo que sabemos, pero no aplicamos: construir una paz duradera en nuestro frente interno: las familias y la sociedad humana.

Los filósofos, los investigadores, los líderes, los literatos invocan la paz, pero las causas que generan la violencia -las diferencias raciales, políticas, económicas y religiosas- permanecen, y son el caldo de cultivo de fanatismos que provocan el círculo perverso de la pobreza, la guerra y la muerte.

La historia de la humanidad es el relato de los designios del mal, mientras la gran mayoría subsiste en la indiferencia y el desencanto. Esta situación interpela -una vez más- a todos los ciudadanos, que vemos conperplejidad e indignación cómo se instala el miedo y la incertidumbre en nuestras vidas. ¿Quiénes se preocupan y trabajan por el bien, que podría ser la alternativa para lograr una paz duradera, positiva y sostenible?

Existen organizaciones civiles, religiosas y políticas que laboran en silencio por un nuevo orden, y ayudan, de manera especial, a los más vulnerables: los niños, las mujeres solitarias y los olvidados. Y hacen lo correcto, porque las obras instaladas en la bondad y el altruismo no merecen publicidad, aunque sean consideradas como “mejorales para aliviar los dolores de conciencia”.

Más, el tema de fondo perdura. La igualdad entre los Estados es un mito, porque prevalecen los Estados fuertes -unidos a los monopolios de las transnacionales-imbuidos de poderes de veto e inversiones millonarias en equipos de guerra, mientras la ignorancia, la pobreza extrema y la desigualdad cunden en el mundo.

La paz positiva y sostenible depende de un nuevo orden internacional, pero también de otras estrategias. Al desarme mundial -que es urgente- sigue el desarme de las conciencias de todos los ciudadanos del orbe, contaminado de ideologías que restan y dividen, y no suman o multiplican bienestar. 

No es la paz de los cementerios la solución; tampoco la eliminación del mal, a través de la reducción de la violencia en procura de la ganancia de unos sobre otros, sino en la construcción continua del bien general instalado en la vida como principal valor, del bien-estar universal, en una sociedad consciente y emergente, y una nueva política internacional anclada a ese orden.