El pacto del silencio

El presidente Daniel Noboa ha pactado con la Revolución Ciudadana y con el Partido Socialcristiano, el mismo acuerdo que provocó una avalancha en contra del presidente Guillermo Lasso hasta obligarle a traicionar el acuerdo y empezar el calvario político que le llevó hasta recortar su mandato. Con Noboa la crítica ha sido benigna.

Se ha llamado “pacto del silencio” porque los términos son secretos. No sabemos si el acuerdo es sólo para conformar las autoridades legislativas o es un acuerdo de gobernabilidad para aprobar algunas leyes; tampoco sabemos si el acuerdo hace innecesaria la consulta o ella se mantiene. La ausencia de información autoriza la especulación.

Noboa podía armar una mayoría con el anticorreísmo que le dio la victoria, pero es difícil hacer acuerdos con grupos que no pueden ni entre ellos como demuestra la ruptura de los herederos de Fernando Villavicencio, a pesar de llamarse “construye” y “gente buena”. Según parece, es más fácil negociar con bloques que no son de “gente buena”.

Los partidos políticos de Rafael Correa y Jaime Nebot saben lo que quieren, cumplen lo que pactan y no tienen disidentes. El problema de ellos está en que tienen muchos enemigos y mala prensa porque se sospecha que ponen por delante la impunidad. Ciertos indicios dudosos alimentan esos temores.

Parece que el juicio político a la Fiscal Diana Salazar no es parte del acuerdo, pero no le impide a la revolución ciudadana iniciar el juicio y conseguir los votos suficientes para la censura en otros bloques. El sorpresivo y tardío cuestionamiento a la elección de Contralor, pudiera ser otro elemento del pacto. 

“Si el contralor no lo nombramos nosotros, tumbemos el proceso y nombremos un contralor de mutuo acuerdo”, pudiera ser la base para meter jueces y amparos en el proceso. Salvar o condenar al pintoresco presidente del Consejo de la Judicatura pudiera ser otro elemento del acuerdo. De todos modos no durará mucho, el inicio de la campaña electoral matará el pacto.