Tras la amplia victoria de la ultraderecha lepenista del domingo 30 de junio de 2024 , el ‘cordón sanitario’ que sirvió para frenarla en anteriores segundas vueltas se debilita. Se debe a las condiciones que parte del macronismo pone para apoyar a candidatos izquierdistas en la definitiva cita electoral del 7 de julio de 2024 en Francia.
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“Ni un voto ha de ir a la extrema derecha“. El mensaje del presidente francés, Emmanuel Macron, se interpretó de manera diferente en su propio campo. La consigna de voto se antoja decisiva para evitar que la ultra Agrupación Nacional (RN) forme gobierno apoyado por una mayoría absoluta en la Cámara Baja.
Mensaje de Emmanuel Macron
Macron intentó ser más explícito este lunes 1 de julio de 2024, en un mensaje publicado por los medios locales. “No debemos olvidar de que en (en las presidenciales) de 2017 y en 2022, la izquierda llevó ese mensaje (contra la extrema derecha). Sin ellos (los progresistas), yo no estaría aquí”.
Sistema electoral de Francia
El sistema electoral francés, que funciona a dos vueltas y que permite clasificarse a la definitiva ronda a las listas que tengan al menos de un 12,5 % los votos genera un auténtico rompecabezas político.
En torno a 300 duelos triangulares, que normalmente enfrentan al RN, con la coalición de izquierda Frente Popular y la coalición macronista, serán decisivos. Así se determinará si la formación de Le Pen alcanzará los 289 diputados que dan la mayoría absoluta y que serviría para imponer a Macron una cohabitación con Jordan Bardella como primer ministro.
Partidos Políticos
Por ello, los cuarteles generales de los partidos empezaron a echar cuentas. El Frente Popular, que incluye a la contestataria La Francia Insumisa (LFI), el Partido Socialista (PS), los Verdes y los Comunistas, anunció que retirará a sus candidatos peor colocados que permitan la victoria de otra fuerza que no sea el RN.
Sin embargo, la consigna de Macron, secundada por el primer ministro saliente, Gabriel Attal, no es aceptada del todo entre sus propios rangos y sus aliados. Especialmente, entre los dirigentes salidos de los conservadores Los Republicanos (LR).
El número dos del Gobierno, el ministro de Economía, Bruno Le Maire, pidió a los electores del centro y centro-derecha que voten “por un candidato socialdemócrata, comunista o de los verdes”. No por uno del LFI de Jean-Luc Mélenchon, partido al que no considera del arco republicano por sus críticas a Israel y sus invectivas contra la policía.
Édouard Philippe, primer ministro entre 2017 y 2020, dio la misma consigna para los miembros de su pequeño partido Horizontes, aliado con Macron. Les pidió que hagan el distingo si en su circunscripción hay un aspirante finalista del LFI -lo que sucede en varias de ellas pues es la fuerza más representada en el Frente Popular-.
Sobre el terreno, esa cacofonía se plasmó en ciertos polémicas decisiones. La ministra delegada de Colectividades y Vida Rural, Dominique Faure, anunció que no se retira de la carrera. No quiere dejar a sus votantes la opción de pronunciarse entre el RN o LFI, a pesar de que el candidato de izquierda en sus circunscripción es socialista.