
La meta de reducir los casos de VIH y eliminar el sida para el 2030 enfrenta dos barreras: el estigma y la discriminación. Ya son 40 años desde que se identificaron los primeros casos, pero los mitos y las ideas erróneas sobre su transmisión persisten en Ecuador.
La desinformación solo alimenta actitudes que marginan a quienes viven con VIH y genera temor en quienes tienen vida sexual activa sin protección. Eso hace que no acudan a hacerse pruebas periódicas.
En Ecuador, donde se reporta un promedio diario de 14 nuevos casos es alarmante que la falta de conocimiento básico sobre el virus siga siendo uno de los principales frenos para acceder a la atención.
Un informe de Onusida indica que las personas que perciben altos niveles de estigma son 2,4 veces más propensas a retrasar su atención médica. Esto afecta su salud y contribuye a la propagación del virus.
El estigma no solo se dirige a quienes viven con VIH, sino también a aquellos que, por su orientación sexual o prácticas sexuales, se tiende a verlos como ‘diferentes’. La homofobia y la transfobia se convierten en formas de violencia que alejan a estas personas de los servicios de salud.
A pesar de los significativos avances médicos, como la terapia antirretroviral (TARV), el rechazo social persiste. Aunque las herramientas para prevenir y tratar el VIH están más disponibles que nunca- incluyendo autopruebas, tamizajes, profilaxis pre y post exposición al virus (PrEP y PEP)-, muchas personas de grupos claves y vulnerables aún evitan buscar ayuda por temor al juicio.
Es fundamental abordar esta problemática desde una perspectiva educativa. El grupo etario de mayor riesgo es de los 15 a los 49 años. Ellos deben buscar información precisa sobre cómo se transmite el VIH, cómo protegerse y prevenir la transmisión. Y si son positivos al virus deben buscar ayuda de inmediato para recibir tratamientos antirretrovirales. Esto no solo es para mantenerse saludables sino para que no pongan en riesgo a otras personas.
Hay 48 782 personas que viven con VIH hasta el 2023, según el Ministerio de Salud Pública (MSP). De esta cantidad, el 95% (46 427) conoce su estatus serológico. Pero de esta cantidad, el 88% recibe antirretrovirales y de estos el 72% ha llegado a suprimir la carga viral, incluso, llega a ser indetectable. De esta forma se logra, además, prevenir la transmisión del virus.
Las campañas público y privadas deben centrarse en desestigmatizar el virus y promover un entorno seguro donde todos puedan buscar atención sin temor a la discriminación. La clave está en que lograr la reducción de la transmisión con los métodos de prevención disponibles y quienes viven con VIH logren mantener al virus en niveles bajísimos.
La lucha contra el VIH/SIDA no es solo una cuestión médica; es un desafío social. Para alcanzar los objetivos de 2030, es imperativo derribar las barreras del estigma y la discriminación.
Ecuador tiene que avanzar a que todos tengan acceso a la atención oportuna y necesaria sin miedo ni prejuicio. La responsabilidad es de todos: informémonos, eduquemos a quienes nos rodean y apoyemos a quienes enfrentan este estigma. La salud y la dignidad de cada persona merecen ser protegidas.