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La vida de los seres humanos depende fundamentalmente del goce pleno de salud. Las diferencias económicas y sociales no deben ser determinantes para que unos seres humanos puedan acceder a tratamientos médicos y otros no.
Nuestra patria pequeña ha sido maltratada constantemente, salvo contadas excepciones, por poderes sedientos de fortunas arrebatadas a todo el pueblo, con el pretexto de la realización de grandes contratos y obras inmensamente sobrevaloradas, con presupuestos iniciales, sorpresivamente superados, en suculentas cifras, en obras muchas veces mal concluidas. El erario nacional se ha debilitado tanto que la crisis, en que se halla sumido el país, afecta a la seguridad, al empleo, a la educación y sobre todo a la salud, de manera casi catastrófica.
Duele mucho contemplar a inmensas mayorías populares, de trabajadores y jubilados, que concurren a servicios públicos y del IESS, en búsqueda de una solución a sus enfermedades y se encuentran con la triste realidad de una enorme carencia de medicamentos e insumos. El Congreso Nacional en el 2002 aprobó la Ley Orgánica del Sistema Nacional de Salud, misma que fue reglamentada en el Gobierno del Presidente Gustavo Noboa. No se la ha aplicado, pero han existido intentos de iniciarla y se han creado redes para la atención a pacientes de los hospitales del Ministerio de Salud, del IESS, del ISSFA, del ISSPOL, del Seguro Social Campesino, en intervenciones y procedimientos que no se pueden efectuar en esas instituciones públicas, que carecen de los equipos o del personal preparado; pero que se realizan en Centros Privados especializados y bien dotados como SOLCA, hospitales privados, centros de diálisis y de altas especialidades intervencionistas. Las redes han funcionado y han permitido que miles de pacientes pobres hayan recibido tratamientos muy complejos y costosos, en los últimos años, dando luz a la esencia del Sistema Nacional de Salud que preconiza que todo centro, al que se transfieran los pacientes de otras instituciones, tiene la obligación de recibirlos y tratarlos, para posteriormente intercambiar costos, de acuerdo a tarifarios señalados previamente y correctamente auditados. Desgraciadamente, el IESS, principalmente, y el Ministerio de Salud, han retardado las auditorías y han dejado de cumplir con los pagos a los prestadores de la atención, ocasionándoles tantos problemas de subsistencia que algunos han quebrado y otros, que atraviesan serias dificultades económicas, se han visto obligados a no atender a pacientes de la red pública y del IESS. Estas irregularidades han dado pábulo al aparecimiento de brotes de corrupción, ya en las instituciones remitentes, ya entre los prestadores. Son repugnantes las estafas de contados gerentes y propietarios de conocidos y desprestigiados servicios hospitalarios, que se han enriquecido ilícitamente apropiándose de todo el dinero que han cancelado parcial y retardadamente los derivadores hospitalarios, sin cumplir con el pago de honorarios a los médicos que han realizado los procedimientos, ni tampoco a las casas que venden y proveen los insumos de elevada tecnología, indispensables para llevar a cabo esas intervenciones.
El país necesita evolucionar, cambiar la mente de sus ciudadanos, especialmente de los jóvenes que han crecido en un ambiente viciado por el mal ejemplo de políticos y de gente inescrupulosa que han abusado del poder para enriquecerse de manera fraudulenta en muy corto tiempo. Es imprescindible y urgente rescatar y dar vigencia a valores morales y éticos que enrumben a una nueva sociedad, de la que puedan enorgullecerse y formar parte nuestros descendientes. No debemos olvidar que el mayor valor de una nación es el ser humano y la esencia de la vida del ser humano es la salud mental y física, prioricemos todos los esfuerzos por vencer el desorden, la politiquería, los gritos y afanes sectarios y absurdos que colman el tiempo de la Asamblea incapaz de elaborar leyes de beneficio nacional y respondamos al clamor de los compatriotas enfermos que ruegan por recobrar y mantener la salud, que es un derecho humano del pobre, del rico, del niño, del viejo, del hombre y de la mujer… de todos. Limpiemos la corrupción pública y privada que enmaraña y obstaculiza el indispensable desarrollo de un Sistema Nacional de Salud que proteja a los ecuatorianos sanos y enfermos.