A primera vista parecería razonable el concepto del ministro de Energía encargado, expresado a propósito de los cambios de condiciones para la venta spot de crudo, cuando afirma estar de acuerdo con los funcionarios de la estatal petrolera que modificaron las condiciones del concurso, porque el país recibe las utilidades de las dos empresas. Y que es razonable que la una -PETROECUADOR – disminuya sus utilidades en beneficio de la otra -FLOPEC- porque, al final, las percibe el Estado.
Sin embargo, un análisis más detenido indica lo contrario. Las empresas, públicas y privadas, deben ser eficientes y rentables, sin beneficios o subsidios de otras. Y si alguna no es capaz de obtener resultados positivos por su propia gestión, es mejor eliminarla. Así, si FLOPEC requiere que PETROECUADOR le transfiera utilidades para justificar su existencia, se están desperdiciando recursos públicos. El Estado percibiría mayores beneficios si PETROECUADOR dejase en libertad a los compradores de crudo para seleccionar el transporte que mejor les convenga. Dicho de otra manera, FLOPEC vive a base de un monopolio -reserva de carga- que perjudica a PETROECUADOR y al país.
Las empresas deben ser evaluadas fría y objetivamente. Aquellas que no son capaces de subsistir no merecen mantenerse. Un CEO de una multinacional a quien la subsidiaria ecuatoriana le planteaba la necesidad de ciertas inversiones que arrojaban una rentabilidad muy pequeña, por “razones estratégicas”, dio una respuesta directa y tajante: cuando se recurre a razones estratégicas para tratar de justificar inversiones, hay que descartar el negocio.
Ecuador tiene experiencias muy negativas con las empresas estatales. La mayoría son una carga para el Fisco, han malbaratado recursos e inclusive han generado los mayores casos de corrupción. El Estado debe concentrarse en las funciones que le son propias y dejar de lado aventuras empresariales. La disminución de la producción petrolera y la caída vertiginosa de las reservas probadas, se deben claramente a la escasez de recursos de PETROECUADOR y la utilización de tecnología obsoleta. El negocio petrolero requiere grandes inversiones que no puede realizar Estado, pues a duras penas subsiste. Es urgente su reestructuración con visión global de largo plazo.