Recorriendo el dial el domingo último, di por casualidad con Radio María y me detuve al escuchar que trataban sobre los propuesta de elevar en 3 puntos el IVA, de 12 a 15 por ciento. Me llamó la atención que una radio religiosa abordare ese tema, por lo que mantuve la sintonía.
Pues bien, una persona a quien el conductor del programa llamó hermana Eulalia, despotricaba sobre la propuesta del presidente Noboa y decía que siempre las propuestas de los políticos afectan a los más pobres, porque responden a intereses de los ricos. Decía que por qué no se pone un impuesto especial a las ganancias exorbitantes de los bancos que superaron los 1.500 millones de dólares e igualmente a las grandes empresas que ganan mucho dinero. El conductor expresó su coincidencia con la religiosa y apuntó que, efectivamente, hay muchas otras alternativas al incremento del IVA, como, por ejemplo, que “el oleoducto debió regresar al Estado el 12 de este mes, lo cual aportaría 60 millones al año”. Asumo que se refería al OCP que cumplió el plazo contractual de 20 años de explotación pero que debe no “regresar” al Estado, porque nunca fue de su propiedad. El Oleoducto de Crudos Pesados, con capacidad para transportar 450.000 barriles diarios, fue diseñado y construido totalmente por inversión privada y ha sido una importante contribución a la exportación de crudo, pues el SOTE de Petroecuador, no tenía capacidad suficiente para transportar el crudo denominado Napo.
Más allá de las imprecisiones inaceptables en cualquier persona que aborde temas de esta naturaleza, parece extraño que una radio dedicada al culto religioso mantenga estos programas -sin negarle su derecho- pero que la “hermana Eulalia”emita criterios superficiales, sin análisis de quien paga IVA,(el 60% de la canasta básica está exento), quienes pagan el gran porcentaje del impuesto a la renta personal, que fue del 25% y ahora llega al 37%, que es el único país en el que las empresas entregan el 15% de sus utilidades a sus trabajadores, etcétera. Y, sobre todo, que trasunta amargura, resentimiento y revancha en contra de banqueros y empresarios, y de quienes pagan muy altos impuestos directos e indirectos, a cambio de muy limitados servicios públicos.
Soy católico practicante, por lo que miro con pena que la iglesia esté perdiendo masivamente fíeles en favor de los grupos evangélicos. La gran diferencia entre la cultura anglosajona -que premia el éxito y llama “loser” a quien no lo logra- y la cultura latina- en la que se condena el éxito- explica esta realidad.