¿Qué es la profunda Libertad…?

I.- La profunda Libertad, en mi opinión, no es hacer lo que a bien tenga una persona; sino más bien, en celebrar, respetar y honrar la verdadera Libertad con sentido de responsabilidad y aporte, no solo a sí mismo, sino a la humanidad. Este tipo de libertad está evidentemente alejada del libertinaje, así como de saciar torpemente los deseos y apetitos propios, generadores al final del día de vacío, tristeza e infelicidad; por consiguiente, consistiría en atender inteligente y racionalmente las necesidades personales y, en exigirse estoicamente en mejorar cada día como persona – no con sentido de sufrimiento – pero sí escuchando la conciencia y procediendo en consecuencia… Es decir, decidiendo en libertad que, pudiendo hacerlo, no hago lo que quiero; sino lo que debo, en función de mi propósito de vida…

La profunda libertad, estaría entonces asociada al sentido de plenitud y felicidad; ubicable en aquel difícil pero alcanzabley maravilloso espacio del carácter, en donde confluyen o se encuentran, la disciplina y la voluntad … “venciéndome, venceré”.

En ese orden de ideas, algunas características del carácter constituirían un valioso norte para el hombre de bien que busca trascender; así, tiene sentido enfocarse en practicar día a día, sin desmayar: la autodisciplina, la equidad, la fortaleza, el honor, la justicia, la prudencia, la sabiduría, la templanza, etc…  Prácticas lógicas, no necesariamente sencillas, pero si poderosamente efectivas, como una constante de vida, consciente que es una lucha diaria sino vitalicia, en la que habrá momentos de flaqueza, debilidad y torpeza, pero también de perseverancia y necesaria resiliencia.

II.- El Ecuador es un país rico en muchos aspectos: en temas ancestrales y culturales; pictóricos, culinarios, deportivos; en su paisaje, en su aroma, en la música de los vientos de sus montañas, ríos y mares; en el verdor de sus laderas, en sus amaneceres y atardeceres; en la belleza, frescura y pureza de sus tres bellas regiones:  Costa (continental e insular), Sierra y Oriente; en la bondad de su gente, en la sonrisa de sus niños, en el dulce amor de sus mujeres. Sin embargo, debemos reconocer con frontalidad, valentía y humidad, que un vital elemento por mejorar es la idiosincrasia, la pobreza de mentalidad y la escasez de identidad; ya que el problema y la solución no estaría en las leyes o en las instituciones. 
III.- Que este inicio de año sea un buen momento para reflexionar, decidir y actuar, en el sentido de que, el cambio por un mejor país empieza por cambiar nosotros mismos. Nunca perdamos la fe, en ser diferentes para bien, en ser esa vela encendida en la mitad del oscuro océano; ya que, sin duda, aquella por más pequeña que sea, puede ser un importante faro de luz para muchas personas, sobre todo para nuestros hijos y para las nuevas generaciones.

Desde esta columna, expreso a los amables lectores, mi agradecimiento y gratitud. ¡Feliz 2024!