Quito palidece

Momentos alegres gestaban las visitas al hermoso Centro Histórico de Quito. Con inmenso orgullo invitábamos a amigos foráneos a que disfrutaran de iglesias, casas y paisajes pintorescos, únicos en el mundo, por estar rodeados de un collar montañoso que abraza a lomas y plazas entre las cuales se entretejen estrechas calles que lucían acompañadas de una bulliciosa maraña de vendedores ambulantes, disimulados competidores de los numerosos almacenes y tiendas, detrás de estrechas veredas, que los separaban de interminables filas de vehículos de diversos tamaños, colores y marcas. El contraste es abrupto, hemos vuelto a ese centro de encanto y, con una triste impresión, observamos que el tumulto se ha disipado, el trajín vehicular ha disminuido, muchas tiendas han cerrado y es escasa la presencia de vendedores. Que tristeza…el Centro Histórico de Quito está abandonado al igual que otros sectores tradicionales de la ciudad.

Urge combatir las causas de este abandono y corregir acciones reprochables, fruto de un chauvinismo injustificado, entre ellas la del cambio de la letra del himno a Quito, para borrar la relación histórica con la conquista española o del intento, felizmente frustrado, de lastimar tradiciones populares religiosas mediante la oposición a la colocación del pesebre gigante, en la loma del Panecillo, por motivos doctrinarios y, sobre todo, por haber cercenado las fiestas de Quito, al prohibir la realización del evento trascendental: las corridas de toros y su gran atracción turística pletórica de música,  bailes, gente alegre y muchos trabajadores cuyo esfuerzo convergía en incrementar y prolongar ese singular festejo. La triste conclusión es que lo prohibido en la Capital, ha sido habilitado en ciudades vecinas: Latacunga, Ambato, Riobamba, en las que resuena impropiamente el añorado grito de ¡VIVA QUITO!, que fue acallado en la ciudad capital. 

Un último suceso, propio del inexplicable y absurdo sentimiento anti ibérico, ha constituido el desagradable cambio del escudo de la ciudad por una estructura pictórica de muy mal gusto. Preocupa el que no se escuche ninguna protesta por este acto autoritario totalmente injustificado.

Anhelamos que el muy costoso, moderno y largamente esperado funcionamiento del metro, sea el cordón que, al unir barrios y sectores distintos, promueva la indispensable recuperación de nuestra amada y rebelde ciudad.