Cada año de gestión que termina se escucha a los alcaldes y prefectos de Ecuador un recitadero de cifras y números, que no muestran las realidades de las ciudades y provincias.
Ponen pantallas y videos, donde aparecen cantidades de obras, montos de inversiones, nombres técnicos y muchos más números, que finalmente nadie entiende. También, los arrumacos y besos con la gente, para dar a entender que son populares.
Estas semanas, los 221 alcaldes, los 23 prefectos, el presidente Daniel Noboa y más funcionarios empezaron a rendir cuentas de su gestión. Los primeros se refirieron al primero de sus cuatro años de su mandato.
Los alcaldes repiten los mismos discursos en sus rendiciones de cuentas sobre la gestión que realizan en sus mandatos. Los informes se llenan de cifras y números que no explican qué significan esos datos para el bienestar de los ciudadanos.
La mayoría de las autoridades se presenta en un atril y recita su informe. ¿Es eso acaso la forma de rendir cuentas de su gestión?
La Ley los obliga a dar su rendición de cuentas, pero, además de cumplirla, se espera que hablen cómo esa retahíla de cifras cambia para mejor la vida de las personas. Son caducos los discursos demagógicos y también las cifras son cansonas.
Igualmente, se espera escuchar qué futuro se traza para los habitantes. De eso no se escucha nada. Poco se retrata a las ciudades en las que queremos vivir, como su economía, un medio ambiente saludable, más áreas verdes, un mejor transporte o que de una vez se satisfagan los servicios más básicos.
No se escucha ese norte o si se lo hace a los cuatro años no se cumple la oferta. Todo es disperso y las cifras se diluyen después de una hora del discurso.
No hablan de las políticas locales que se planifican para largo plazo y cuántas personas pasaron a tener mejores condiciones de vida.
Cada cuatro años es un comenzar de cero. Los alcaldes, casi todos, se quedan en su círculo. No ven los programas buenos que funcionaron antes que ellos llegaran y tampoco dejan mucho, para seguir en el futuro.
Esta semana escuchamos la rendición de cuentas del Alcalde Quito y no retrató la brújula de Quito. Habló de que se hicieron 604 obras con una inversión de 1 969 millones de dólares. Parecen muchas o pueden ser pocas. ¿Cuál fue el impacto en la población?
La inauguración comercial del Metro es un hito en la capital y lo hizo Pabel Muñoz, pese a todos los problemas legales y económicos. Entre diciembre de 2023 y abril tuvo más de 20 millones de pasajeros.
Pero le faltó ir un poco más hacia el futuro: ¿cómo conectar ese buen sistema de transporte con los buses, la Ecovía, el Trolebús y la Metrovía? ¿Cómo mejorar el servicio de los buses? ¿Cómo hacer que los vecinos de Quito se conecten más rápido entre sus casas y el trabajo? Y ¿Cómo impulsar otras formas de transporte alternativo, como las bicicletas?
Solo en ese tema tenemos nos quedan muchas preguntas sin respuestas claras.
El Quito Metropolitano no solo es la capital política del país; también es un sostén económico, por sus industrias, sus empresas y emprendimientos, y su potencial agrícola.
Cada ciudad o provincia tiene sus potenciales, pero muy pocos trabajan en función de esas oportunidades. Solo por dar un par de ejemplos: Azuay y Tungurahua tienen trazados sus rumbos claramente.